$text="Todas las letras del disco poemas de Justo Molinero, Ayer me curcé con ella";
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$text="letras del disco de poemas -Ayer me crucé con ella- de Justo Molinero";
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$text="Su reserva se ha realizado con éxito. ¡Importante! Cuando llegue el disco le llamaremos para finalizar el pedido.";
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Error al enviar el correo, vuelve a intentarlo en unos minutos.
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Error, tiene que llenar todos los campos para enviar el formulario
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$text="Ayer me crucé con ella";
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$text="Poemas de Justo Molinero, Robert Espada y Montse Rodríguez (de Isés)";
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Letras
Disco
$text="Un año más por Navidad editamos un cd. Pero este es diferente. Este año le hemos puesto voz al corazón. Justo Molinero, Montserrat Rodríguez y Robert Espada ponen voz a 18 poemas escritos con pasión y emoción. En este cd los sentimientos toman la palabra. ";
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$text2="La carta descarnada de una madre a su hijo, la desesperación de un hijo ante la ofensa cometida, el amor y el desamor… Todo aquello que mueve a los hombres y mujeres por encima de la propia razón.
Son cosas del vivir y no te dejaran indiferente.";
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echo $text2; ?>
$text="¿Cómo conseguir el disco?";
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$text="Lo sentimos, el disco está AGOTADO.";
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Poema 1
$text="AYER ME CRUCÉ CON ELLA (María del Mar Prats)
Ayer me crucé con ella
Y casi no la conocía.
Iba mirando pal el suelo
con la mirada perdía
Ayer me crucé con ella
que lleva `casá´ tres días,
y me agachó la cabeza
como avergonza y `hería´
Yo pensé por consolarme
que a las mocitas les pasa
como a las conchas de mar,
que si las sacas del agua
ya nunca brillan igual.
Son lo mismo que esa flor
que al cogerla se marchita,
y cuando estaba en su rama
qué lozana y qué bonita.
Como su padre que soy
Vengo a pedirte razones,
Y si ves que no hay motivo,
buenos días y mil perdones.
Ha `venio´ a hablarte un hombre
Que a más claro, más amigo
Y de lo que vas a oir
pongo a Dios por testigo:
Mira, si tú no la quieres,
Ya sabes donde dejarla
que a su padre le ha `costao´
muchas fatigas criarla.
Pero escucha lo que digo,
no le vayas a hacer daño,
tú me la traes, que yo a besos
le curo el desengaño.
Si le faltas el respeto
y no eres un hombre cabal,
te rajo de arriba abajo
lo mismo que un animal.
Mira que lloré canales
cuando en el altar te la di,
la rosa de mis rosales
pa´ que la hicieras feliz
Con qué ilusión preparaba
los ajuares del casorio
y ahora tiene mi chiquilla
carita de velatorio.
Cuando se casó le dije:
mira, por si algo te pasa,
llévate en un bolsillito
las llaves de nuestra casa
Así que tú ya lo sabes,
si ves que te has aburrio,
el potrillo pa´ su cuadra,
y el pájaro a su nio´.
Yo no sé lo que te ha hecho,
ni que motivos te ha dao,
pero vete confesando
si ni un pelo le has tocao,
y luego en los tribunales
que me declaren culpable,
que el juez que dicte sentencia,
me comprenderá si es padre.
";
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Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 2
$text="Balada del mal amor (José Ángel Buesa)
Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar.
Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,
y tú un arroyo alegre que sueña con el mar.
Yo eché mi red al río…
Se me rompió la red…
No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,
pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.
Se besa por el beso,
por amar el amor…
Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso,
pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.
Amar es tan sencillo,
tan sin saber por qué…
Pero así como pierde la moneda su brillo,
el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.
¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!
Hay velas que se rompen a la primera racha,
¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!
Pero aunque toda herida
deja una cicatriz,
no importa la hoja seca de una rama florida,
si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.
La vida, llama o nieve,
es un molino que
va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,
triturando el recuerdo de lo que ya se fue…
Ya lo mío fue mío,
y ahora voy al azar…
Si una rosa es más bella mojada de rocío,
el golpe de la lluvia la puede deshojar…
Tuve un amor cobarde.
Lo tuve y lo perdí…
Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,
porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.
El viento hincha la vela, pero la deshilacha,
y el agua de los ríos se hace amarga en el mar…
¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!
";
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Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 3
$text="Carta a usted (José Ángel Buesa)
Señora, según dicen ya tiene usted otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante.
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,
se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.
Y me parece injusto discutirle el derecho
de compartir sus penas sus goces y su lecho
pero el amor señora cuando llega el olvido
también tiene el derecho de un final distinguido.
Perdón... Si es que la hiere mi reproche... Perdón
aunque sé que la herida no es en el corazón
Y para perdonarme... Piense si hay más despecho
que en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.
Pues sepa que una dama con la espalda desnuda
sin luto en una fiesta, puede ser una viuda.
Pero no como tantas de un difunto señor
sino para ella sola, viuda de un gran amor.
Y nuestro amor recuerdo, fue un amor diferente
al menos al principio, ya no, naturalmente.
Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,
que según quien lo mire será hermoso o vulgar.
Usted será la flor que según quien la corta,
es algo que no muere o algo que no importa.
O acaso cierta noche de amor y de locura
yo vivía un ensueño y... y usted una aventura.
Si... usted juró cien veces ser para siempre mía
yo besaba sus labios pero no lo creía.
Usted sabe y perdóneme que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante
a quien quizás le jure lo mismo en este instante.
Y como usted señora ya aprendió a ser infiel
a mí así de repente me da pena por él.
Sí es cierto... alguna noche su puerta estuvo abierta
y yo en otra ventana me olvidé de su puerta
O una tarde de lluvia se iluminó mi vida
mirándome en los ojos de una desconocida.
Y también es posible que mi amor indolente
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.
Sin embargo señora... Yo con sed o sin sed
nunca pensaba en otra... si la besaba a usted.
Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas
pero ni los rosales dan solamente rosas.
Y no digo esto por usted ni por mí
sino por... por los amores que terminan así.
Pero vea señora... que diferencia había
entre usted que lloraba... y yo que sonreía.
Pues nuestro amor concluye con finales diversos
usted besando a otro... Yo escribiendo estos versos.
";
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Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 4
$text="El Banquillo (Desconocido)
Llegó el día de dejarla
Porque así lo quiso Dios
La di un beso y un adiós
Y me marché sin mirarla,
Porque si otra vez la miro
No me marcho de su lado
Antes de que hubiese dado
Junto a mí el postre suspiro,
Salí, la puerta cerré
Y con la mirada incierta
Falto de valor lloré,
Allí dentro me dejaba
Mis ilusiones, mi vida,
Mi felicidad querida,
La mujer que yo adoraba,
Que mi existencia endulzó
Diez años con su presencia
Y al marcharme mi existencia
Allí dentro se quedó.
¿Viví? No, existí no más.
Un año estuve sin verla
Pero dejar de quererla
Eso no lo hice jamás,
Mi amor estaba dormido
Mas no muerto, señor juez.
Un día la vi otra vez
Y ese día me ha perdido
Iban muy juntos, los vi,
Y sentí en el corazón…
Rabia…locura… pasión…
Algo que nunca sentí,
Mi cerebro hecho un volcán
Vete detrás me decía
Esa mujer me atraía
Como el acero al imán
Y caminado gran trecho
Yo detrás y ellos delante
Sintiendo mi alma bullir
Tristes deseos de muerte
Y maldiciendo mi suerte
Que me decía morir
¿Cómo ocurrió? No lo sé
En vano he de recordar
Solo sé que vi brillar
Un cuchillo que saqué
El hombre al punto a mis pies caia,
su suerte así lo quería,
más lo maté pecho a pecho,
A ella quise perdonarla
Ya me iba señor juez
Lo mismo que la otra vez
De su lado sin mirarla
Pero ahí un grito maldito
De su garganta escaparse,
Grito que vino a clavarse
En mi alma, maldito grito
Con aquel grito inspiraba
La mujer tal sentimiento
Que lanzando un juramento
La miré y vi que lloraba
¿Llorar? Llorar por el que moría
Maldiciéndome quizás
Nadie ha sufrido jamás
Lo que yo sufrí aquel día
Mirándola enloquecía
y maldije mi existencia,
y dije...ya no hay clemencia
ni para él, ni para ti.
Y extraído por el mal
Perdida ya la razón
Supe hallarla el corazón
Con la punta de el puñal
Y esta es la historia de todo
No quito nada ni aumento
A mi suerte me acomodo,
La maté porque una ingrata
no puede inspirar clemencia
firme usía sentencia,
¡justo es que muera el que mata!.
";
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Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 5
$text="Elegía lamentable (José Ángel Buesa)
Desde este mismo instante seremos dos extraños
por estos pocos días, quién sabe cuántos años...
Yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido,
uno de esos que nadie confiesa haber leído.
Y así mañana, al vernos en la calle, al ocaso,
tú bajarás los ojos y apretarás el paso,
y yo, discretamente, me cambiaré de acera,
o encenderé un cigarro, como si no te viera
Seremos dos extraños desde este mismo instante
y pasarán los meses, y tendrás otro amante:
Y como eres bonita, sentimental y fiel,
quizás, andando el tiempo, te casarás con él.
Y ya, más que un esposo será como un amigo,
aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,
y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,
se te empañen los ojos, al llegar una fecha.
Acaso, cuando llueva, recordarás un día
en que estuvimos juntos y en que también llovía.
Y quizás no te pongas nunca más aquel traje
de terciopelo verde, con adornos de encaje.
O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,
cuando dobles la almohada con mano soñolienta.
Y domingo a domingo, cuando vayas a Misa,
de tu casa a la Iglesia, perderás tu sonrisa.
¿Qué más puedo decirte? Serás la esposa honesta
que abanica al marido cuando ronca la siesta:
Tras fregar los platos y de tender las camas,
te pasarás las noches sacando crucigramas...
Y así, años y años, hasta que, finalmente,
te morirás un día, como toda la gente.
Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre,
y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre. ";
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Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 6
$text="Me lo contaron ayer (Rafel de León)
Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hace un mes…
y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquiera, en mi caso,
se hubiera echado a llorar…
Yo, cruzándome de brazos,
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro
ni de enredarme a maldiciones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Que te has casado? ¡Buena suerte!
¡Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte…
Dios no te lo tenga en cuenta!
Que si al pié de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi madre
que no te guardo rencor;
porque, sin ser tu marido
ni tu novio, ni tu amante,
yo soy… el que más te ha querido…
¡Con eso tengo bastante!
";
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Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 7
$text="No poderlo decir (Joaquín Dicenta)
Si es doloroso saber,
que va marchando la vida
como una mujer querida,
que jamás ha de volver.
Si es doloroso ignorar,
donde vamos a morir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!
Triste es ver que la mirada,
hacia el sol levanta el ciego;
y el sol la envuelve en su fuego
y el ciego no siente nada.
Ver su mirada tranquila,
a la luz indiferente
y saber que eternamente,
la noche va en su pupila
bajo el dosel de su frente.
Pero si es triste mirar
y la luz no percibir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!
Conocer que caminamos,
bajo la fuerza del sino;
recorrer nuestro camino
y no saber dónde vamos.
Ser un triste peregrino,
de la vida en los senderos,
no podernos detener,
por ir siempre prisioneros,
del amor o del deber.
Mas si es triste caminar
y no poder descansar
mas que al tiempo de morir;
¡más doloroso es amar...
y no poderlo decir!
Vivir como yo soñando,
con cosas que nunca vi;
y seguir, seguir andando,
sin saber por qué motivo
ni hasta cuándo.
Tener fantasía y vuelo,
que pongan al cielo escalas
y ver, que nos faltan alas,
que nos remonten al cielo.
Más si es triste no gozar,
lo que podemos soñar;
no hay más amargo dolor,
que ver el alma morir,
prisionera de un amor
y no poderlo decir. ";
$text=utf8_decode($text);
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echo $text; ?>
Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 8
$text="Poema del renunciamiento (Jose Angel Buesa)
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Soñaré con el nácar virginal de tu frente,
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar,
soñaré con tus labios desesperadamente,
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.
Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.
Yo te amaré en silencio... como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento ,
el tormento infinito que te debo ocultar,
te diré sonriente: «No es nada... ha sido el viento».
Me enjugaré una lágrima... ¡y jamás lo sabrás!
";
$text=utf8_decode($text);
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echo $text; ?>
Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 9
$text="Romance de aquel hijo que no tuve (Rafael de León)
Hubiera podido ser
Hermoso como un jacinto
Con tus ojos y tu boca
Y tu piel color de trigo,
Pero con un corazón
Grande y loco como el mío.
Hubiera podido ir,
Las tardes de los domingos,
De mi mano y de la tuya,
Con su traje de marino,
Luciendo un ancla en el brazo
Y en la gorra un nombre antiguo.
Hubiera salido a ti
En lo dulce y en lo vivo,
En lo abierto de la risa
Y en lo claro del instinto,
Y a mí... tal vez que saliera
En lo triste y en lo lírico,
Y en esta torpe manera
De verlo todo distinto.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
Amor, hubiera tenido!
Tres caballos, dos espadas,
Un carro verde de pino,
Un tren con cuatro estaciones,
Un barco, un pájaro, un nido,
Y cien soldados de plomo,
De plata y oro vestidos.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
Amor, hubiera tenido!
¿Te acuerdas de aquella tarde,
Bajo el verde de los pinos,
Que me dijiste: “¡Qué gloria
Cuando tengamos un hijo!”?
Y temblaba tu cintura
Como un palomo cautivo,
Y nueve lunas de sombra
Brillaban en tu delirio.
Yo te escuchaba, distante,
Entre mis versos perdido,
Pero sentí por la espalda
Correr un escalofrío...
Y repetí como un eco:
« ¡Cuando tengamos un hijo!...»
Tú, entre sueños, ya cantabas
Nanas de sierra y tomillo,
E ibas lavando pañales
Por las orillas de un río.
Yo, arquitecto de ilusiones
Levantaba un equilibrio
Una torre de esperanzas
Con un balcón de suspiros.
¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria
Cuando tengamos un hijo!
En tu cómoda de cedro
Nuestro ajuar se quedó frío,
Entre azucena y manzana,
Entre romero y membrillo.
¡Qué pálidos los encajes,
Qué sin gracia los vestidos,
Qué sin olor los pañuelos
Y qué sin sangre el cariño!
Tu velo blanco de novia,
Por tu olvido y por mi olvido,
Fue un camino de Santiago,
Doloroso y amarillo.
Tú te has casado con otro,
Yo con otra hice lo mismo;
Juramentos y palabras
Están secos y marchitos
En un antiguo almanaque
Sin sábados ni domingos.
Ahora bajas al paseo,
Rodeada de tus hijos,
Dando el brazo a la levita
Que se pone tu marido.
Te llaman doña Manuela,
Llevas guantes y abanico,
Y tres papadas te cortan
En la garganta el suspiro.
Nos saludamos de lejos,
Como dos desconocidos;
Tu marido sube y baja
La chistera; yo me inclino,
Y tú sonríes sin gana,
De un modo triste y ridículo.
Pero yo no me doy cuenta
De que hemos envejecido,
Porque te sigo queriendo
Igual o más que al principio.
Y te veo como entonces,
Con tu cintura de lirio,
Un jazmín entre los dientes,
De color como el del trigo
Y aquella voz que decía:
« ¡Cuando tengamos un hijo!...»
Y en esas tardes de lluvia,
Cuando mueves los bolillos,
Y yo paso por tu calle
Con mi pena y con mi libro
Dices, temblando, entre dientes,
Arropada en los visillos:
« ¡Ay, si yo con ese hombre
Hubiera tenido un hijo!...»
";
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echo $text; ?>
Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 10
$text="Se deja de querer (José Ángel Buesa)
Se deja de querer, y no se sabe
por qué se deja de querer.
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.
Se deja de querer, y es como un río
cuya corriente fresca ya no calma la sed;
como andar en otoño sobre las hojas secas
y pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer, y es como el ciego
que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;
o como quien despierta recordando un camino,
pero ya sólo sabe que regreso por él.
Se deja de querer como quien deja
de andar por una calle, sin razón, sin saber;
y es hallar un diamante brillando en el rocío,
y que, al recogerlo, se evapore también.
Se deja de querer, y es como un viaje
detenido en la sombra, sin seguir ni volver;
y es cortar una rosa para adornar la mesa,
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.
Se deja de querer, y es como un niño
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.
Se deja de querer, y es como el libro
que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;
y es como la sortija que se quitó del dedo,
y sólo así supimos que se marcó en la piel.
Se deja de querer y no se sabe
por qué se deja de querer...
";
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Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 11
$text="Se deja de querer (José Ángel Buesa)
Se deja de querer, y no se sabe
por qué se deja de querer.
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.
Se deja de querer, y es como un río
cuya corriente fresca ya no calma la sed;
como andar en otoño sobre las hojas secas
y pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer, y es como el ciego
que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;
o como quien despierta recordando un camino,
pero ya sólo sabe que regreso por él.
Se deja de querer como quien deja
de andar por una calle, sin razón, sin saber;
y es hallar un diamante brillando en el rocío,
y que, al recogerlo, se evapore también.
Se deja de querer, y es como un viaje
detenido en la sombra, sin seguir ni volver;
y es cortar una rosa para adornar la mesa,
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.
Se deja de querer, y es como un niño
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.
Se deja de querer, y es como el libro
que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;
y es como la sortija que se quitó del dedo,
y sólo así supimos que se marcó en la piel.
Se deja de querer y no se sabe
por qué se deja de querer...
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Recitado por:
Justo Molinero
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Poema 12
$text='Carta de una madre (desconocido)
Querido hijo:
El día me veas vieja te pido por favor que me tengas paciencia. Entiende que la vida es un ciclo y todos volvemos a ser niños.
Si cuando hablo contigo repito lo mismo 1.000 veces, no me interrumpas para decirme: “Eso ya me lo contaste”. Sólo escúchame por favor.
Cuando quiera comer algo que no deba por mi salud, no me grites, explícame con cariño, así como yo te explicaba muchas veces el daño que hacían los dulces.
Cuando veas mi ignorancia ante las nuevas tecnologías, dame el tiempo necesario para aprender y por favor no hagas esos ojos ni esas caras. Recuerda que yo te enseñé a hacer muchas cosas como comer, vestirte, peinarte y cómo confrontar la vida.
El día que notes que me estoy volviendo vieja, ten paciencia conmigo y sobre todo, trata de entenderme. Si ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el tiempo necesario para recordar y si no puedo, no te pongas nervioso o arrogante.
Ten presente en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo, que me pidas consejos y me tomes en cuenta.
Y cuando mis cansadas y viejas piernas no me dejen caminar como antes, dame tu mano, de la misma manera que yo te la ofrecí cuando distes tus primeros pasos.
Cuando estos días lleguen, no te sientas triste, ni me hagas sentir incompetente. Ayúdame mientras llego al final de mi vida, pero con amor y cariño. Regálame flores ahora que puedo oler su aroma. Dime que me quieres ahora que aún puedo escucharte. Recuérdame tu amor ahora que puedo verte. Aunque no tenga dinero para premiarte con un regalo, yo te lo agradeceré con una sonrisa.
Y si se te llenan los ojos de lagrimas al leer esto, no te de pena, eso demuestra que tienes un gran corazón.
¿Amas a tu madre? Yo sí amé a la mía.
Brindo por mi madre que cambió su figura por una gran barriga. Que cambió un delineador de ojos por ojeras. Ella que cambió las noches de diversión por constantes trasnoches. Que cambió su bolso por una bolsa de pañales. Aquella madre, que no le importó cambiar todo por recibir amor a cambio.
Amo a mi madre.
A los 3 años: "¡Mami, te amo!".
A los 10 años: "¡Mamá, te quiero!".
A los 15 años: "¡Sí mamá! ¡Pesada!".
A los 18: "¡Cómo fastidias mamá!".
A los 20: "¡Quiero irme de esta casa!".
A los 35: "Quisiera vivir con mi madre".
A los 50: "No te vayas nunca".
A los 70: "¡Cuánto daría por estar 5 minutos con mi madre!".
Yo amo a mi madre. ¿Y tú? ';
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$text='Respuesta al poema de la culpa (José Ángel Buesa)
Señor, yo soy el otro que también la quería,
y vengo a confesarme, porque la culpa es mía.
Ella tuvo la gracia fatal de nacer bella,
quien la mira, ya nunca será bueno sin ella.
Me duele soportar que alguno la haya amado,
pero hay cosas tan bellas que no tienen pasado;
y ella sólo mañana dejará de ser pura,
cuando el roce del tiempo desgaste su hermosura.
Ella se me dio toda, como yo me di a ella,
ella me dio su flor y yo le di mi estrella;
porque de su perfume trascendiendo en mi llama,
no quedó un solo beso de los que él me reclama.
Tal vez ella lo quiso, pero él lo dudaría,
si la viera en mis brazos tan felizmente mía.
Si le viera los ojos al sentirse gozada,
cuando todo mi sueño le llena la mirada.
No existe culpa en ella, ni en él, ni en ti Señor;
y si es mía, ¡bendigo la culpa de mi amor!
Hay que ser algo malo si se busca el poder,
que domina la tierra sutil de la mujer.
Ni demasiado malo, ni demasiado bueno,
enfermé, sin morir, de su dulce veneno.
Mi amor es el de un hombre, sencillamente humano,
que sueña de limosna, sin extender la mano.
¡Ah! Pero él se redime, sólo a ti te condena,
él te arroja su amor, para esquivar su pena.
Perdónalo, Señor... Di quién la merecía,
pues yo soy el culpable: ¡la quiero todavía!
';
$text=utf8_decode($text);
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$text='Carta sin fecha (José Ángel Buesa)
Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.
Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizá mañana nos olvide a los dos.
Ya ves, ahora es de noche. Yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertar
¡Qué importa lo que sueña! Déjala así, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.
Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.
Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para ti...
';
$text=utf8_decode($text);
?>
$text='Poema del secreto (José Ángel Buesa)
Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,
y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día...
y no puedo olvidar.
Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,
casi aburridamente, sobre un tema vulgar,
puedo decir tu nombre con voz indiferente...
y no puedo olvidar.
Puedo estar a tu lado como si no estuviera,
y encontrarte cien veces, así como al azar...
puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,
y no puedo olvidar.
Ya ves: tú no sospechas este secreto amargo,
más amargo y profundo que el secreto del mar...
porque puedo dejarte de amar, y sin embargo...
¡no te puedo olvidar! ';
$text=utf8_decode($text);
?>